ORIGEN CASUAL-CAUSAL
Cantaba sin parar sentada frente a una gran mesa. Movía las piernas entrecruzadas por los tobillos
adelante y atrás, adelante y atrás, adelante y atrás…
Tarareaba, silbaba, susurraba.
La vista eternamente concentrada en un papel grande, rugoso, absorbente, cálido, esponjoso,
plegable por inercia.
El pincel se me quedó chico. No nos entendíamos. O fue que me aburrí de su conversación. O el
detalle de ensuciarme las manos “sin querer”.
O no sé.
El caso es que empecé a usar un dedo; luego todos. Partes de la mano; luego toda. La otra mano.
A dúo.
Y se me quedó chico también el papel. Y los colores. Y el cuerpo.
Cantando sin darme cuenta, como cuando eres niño, y feliz sin cuestionártelo.
Cantar y pintar.
Pintar según cantaba. Cantar según pintaba.
Pintar y cantar.
Después de alejarme y usar las razones de estos años, me doy cuenta de que no hay mejores
maneras que las de cuando eres niño. Libre.